TEORÍA ECONÓMICA PARA LA NUEVA CONCIENCIA -17


TEORÍA ECONÓMICA PARA LA NUEVA CONCIENCIA-17

ESQUEMA DE LOS PLANES DE TOHIL PARA NUESTRO PLANETA Y PARA EL HOMBRE:

Para comprender lo que hicieron después Tohil y los sacerdotes vamos a detenernos a hacer un esquema de su plan, porque éste era muchísimo más amplio y no consistía sólo en ayudar a escapar de las tribus a los sacerdotes y sus familias. Sino que les ayudó a escapar porque necesitaba a esos cuatro abuelos nuestros para llevarlo a cabo desde el principio. Ese fue el motivo por el que el supuesto dios hizo con ellos aquella alianza. Una alianza que aceptaron demasiado a la ligera dejándose llevar por sus pasiones nebulosas egoístas de engrandecerse y dominar, sin llegar a comprender el alcance de lo que estaban haciendo.

Tohil quería subir al cielo exterior Occidental como un Hunahpú y para ello trataba de imitar los pasos que el Hunahpú había dado. Pero su diseño era muy distinto porque era incorrecto, por eso a lo más que podía llegar era a formarse como un anti-Hunahpú, y él lo sabía. Tohil no tenía energía luminosa, por ello tenía que asegurarse poder seguirla robando a los hombres. Tampoco podía formar nuevos hombres, pero los sacerdotes si.

Veamos pues cual era su diseño:

1/ Comenzaba en Tulán. Los sacerdotes y sacrificadores debían ser los Señores de Tulán y Xibalbá. Para ello tenían que transformarse en Naxit, en XUX EK, el Ocaso, la Venus Vespertina, el astro avispa. Un anti-Icoquih, totalmente opuesto a la Venus Matutina.

Icoquih que estaba formada por la unión de Ixquic y Zaqui-Nimá-Tzíis era el ser intermedio femenino del hombre, la que conducía hacia Ixmucané (el espíritu de la naturaleza) a través del ser intermedio masculino que era el Sol o yo superior. Era por tanto la que guiaba los pasos del hombre hacia su ser más interior. Se le llama el corazón del hombre y el yo superior está en el interior de sí misma.

En los planes de Tohil estaba asegurarse de que su condición de anti-Hunahpú perdurara. Por eso quería blindarse ante la posibilidad de que los hombres de las tribus que mantenía atrapados en la Tierra, algún día consiguieran quitarse el velo de los ojos y escaparan de su dominio hacia la verdadera creación. No olvidemos que el hombre continuaba unido a su interior luminoso, sólo le habían velado los ojos, pero seguía unido a la verdadera Venus luminosa y al verdadero Sol interior que era su ser superior. Podía despertar y escapársele de las manos.

Por eso ofreció a los sacrificadores el dominio sobre los hombres y el señorío de Tulán. Ésto, que para los sacerdotes sólo significaba conseguir poder, a quien más le interesaba era a Tohil. El dominio sobre los hombres consistía en que si algún hombre se adentraba en el interior de sí mismo buscando el Oriente, debían hacerle creer que ya habían llegado, que la ciudad de Tulán era el verdadero Oriente, la tierra verdadera. De este modo no seguiría buscando. Todo intento de las tribus por regresar a su patria acabaría en Tulán. Los hombres nunca debían llegar a las montañas y valles verdaderos, al verdadero Oriente.

Pero además, desde Tulán los sacerdotes dominarían interiormente sobre todos los hombres de nuestro planeta, y su forma de hacerlo sería actuando en la distancia sobre los tres naguales que había puesto en sus cuerpos. Pero sobre todo mediante el tercer nagual de espíritus de los insectos. Desde allí los sacerdotes mantendrían y reforzarían el velo sobre los ojos de los hombres para que no pudieran acceder a su yo interior. Y lo harían mediante emanaciones de energía nebulosa directamente dirigidas al nagual del espíritu de los insectos de los hombres.

El hombre tendría así dos Venus intermedios, dos caminos. Hacia la regresión y la muerte, o hacia evolución y la vida. Uno que consistiría en un ENTE MENTAL INTERMEDIO o Venus masculina nebulosa, que serían los propios sacerdotes y sacrificadores; y un SER INTERMEDIO Venus femenina luminosa, la verdadera Icoquih. El ente nebuloso debía eclipsar al ser luminoso del hombre para que continuara con los ojos velados. Tohil sólo debía incluir en su concepción del mundo el desprecio a lo femenino negándole la sabiduría, y relacionar la sabiduría con la mente masculina nebulosa. Eso se hizo tan conforme a los planes de Tohil que perdura hasta hoy en que se acepta que la sensibilidad es incapaz de pensar.

Para conseguir lo anterior, Balam Quiché, Balam Acab, Mahucutah e Iqui Balam comenzarían siendo una especie de anti-Ixquic en esta tierra que conduciría a los hombres hacia la muerte, en lugar de hacia la vida como hizo ella. Y después se marcharían a Tulán, en donde los sacerdotes debían ser Naxit, el anti-Icoquih. Serían la sombra del pájaro serpiente Tepeu-Gucumatz, la sombra del hombre elemental. Así se produciría la regresión de ellos mismos y del hombre hasta convertirse en elementales de las sombras, en lugar de proseguir su evolución humana.

Icoquih es el SER INTERMEDIO del hombre o su energía luminosa intermedia. Es el corazón del ser o corazón de las espadañas, la energía luminosa del agua unida a Zaqui-Nimá-Tzíís, que es el fuego femenino del cielo de Ixmucané. Por eso Icoquih significa «la que lleva a cuestas el sol», porque anuncia la iluminación y la cercanía del sol o SER SUPERIOR del hombre, que está en su interior, en una dimensión más interior que ella misma.

Desde que Tohil hizo su alianza con los Sacerdotes los estaba transformando en lo opuesto a la Venus correcta; en una Venus masculina una anti-Icoquih. El Ocaso, el que conduce a la total oscuridad. Los sacerdotes no conducirían a los hombres hacia la vida sino hacia la muerte, ni hacia la iluminación y la sabiduría sino hacia la ignorancia más extrema, ni hacia su ser superior sino hacia el ser de Tohil. Estaba transformando a estos cuatro abuelos en un ENTE MENTAL INTERMEDIO, que conduciría al hombre hacia la muerte por desagregación de sus espíritus después de que Tohil absobiera su energía luminosa.

A esta Venus Vespertina la llamaban los mayas Xux Ek, que significa «el astro avispa». Y esos eran los planes de Tohil, que las tribus confundieran a los sacerdotes con Icoquih. Así creyendo que iban hacia Oriente, debían terminar volviendo al Occidente extremo para que Tohil bebiera su energía luminosa.

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2/ Nuestro planeta sería la sombra de Tulán. Sería la Xibalbá de un Tulán que ya era en sí mismo parte de Xibalbá y sombra de la creación. Para ello, nuestro planeta debía reflejar Tulán y a su vez Xibalbá.

Para que este planeta reflejara a Xibalbá tenía que hacer un jícaro y que Tohil se uniera a él como había hecho el Hunahpú, y al unirse el jícaro debía multiplicarse para que diera una humanidad relacionada con el dios equivalente a los Frutos del calabacero.

La humanidad del Fruto del calabacero procedía de los espíritus de las Flores del jícaro al que se había unido la cabeza del Hunahpú, y de ellos surgió la humanidad de los Frutos del jícaro, que eran exactamente iguales a la cabeza de Hun-Hunahpú. A su vez esta humanidad de los Frutos del jícaro se unió a los espíritus de las flores del Chiplilín y Carinimac, dando lugar a la humanidad correcta de Xibalbá, los Frutos del calabacero. Los insectos de Xibalbá le habían ayudado a unirlos para que dieran fruto.

El resto de los habitantes correctos de Xibalbá eran las plantas tóxicas y narcóticas, que unidas a los insectos eran la sombra de los frutos del calabacero. Los demás habitantes eran espíritus de animales que habían ido allí por su voluntad regresando en la evolución. Pero no eran autóctonos de Xibalbá.

3/ Tohil planeaba hacer esto mismo, y así crear un nuevo hombre que sería el habitante de nuestro planeta que él consideraba su particular creación. Y quería hacerlo a imitación de la humanidad de los Frutos del calabacero puesto que a nuestro planeta lo quería convertir en la sombra de Xibalbá.

La sombra de ese hombre iban a ser los hombres de las tribus. Si la sombra del hombre de Xibalbá era la unión de los insectos y las plantas tóxicas, Tohil debía unir a las tribus con el ser de Hacavitz, el espíritu de los insectos. Ese es el motivo por el que Hacavitz se unió al ser de nuestro planeta, porque iba a ser el planeta o la tierra de los insectos, la sombra de Tulán y de Xibalbá. Hacavitz significa «el rojo», y esto alude a la sangre del dios Tohil, que era el veneno de los espíritus de los insectos Hacavitz.

El lugar que había reservado para nuestros abuelos de las tribus era pues el de la unión entre insectos y plantas tóxicas, la sombra más inferior de la creación, y además fuera de la creación en el Occidente exterior más extremo.

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TRANSFORMACIÓN DE LA CIUDAD DE LOS SACERDOTES Y SACRIFICADORES EN UN FALSO JÍCARO:

Tohil consiguió hacer a esa humanidad que quería; y no se trataba de nosotros, era otra humanidad. Para hacerla equivalente a los Frutos del calabacero, primero tenía que crear una imitación del jícaro de Xibalbá en nuestro planeta, y copiar el proceso que hizo Hunahpú.

Con ese objetivo, mientras se iban reuniendo las tribus de la tierra para celebrar su último consejo, ordenó a los sacerdotes y sacrificadores construir un falso jícaro pero esta vez de la naturaleza de Tohil. Y eso significó que nuestro propio planeta como manifestación del ser humano fuera modificada, porque se creó encima de ella un cuerpo. Así fue como este planeta se solidificó como es ahora.

La Tierra creada por el hombre ya la habían organizado los sacerdotes para que siguiera el modelo de ciudad de Tulán. Los Tohil pusieron alrededor de nuestro planeta tres cuerpos que la rodearon, y que equivalía a los tres naguales que Tohil había dado al hombre.

Un cuerpo de piedra del cuerpo de Tohil al que llamaron «la muralla de piedra». Por fuera de ese cuerpo pusieron dos más. Uno de madera, un cuerpo para los árboles que procedía de Nicahtacah, y otro de insectos masculinos venenosos, que procedía de Hacavitz. A esto lo llamaron forrar la muralla con «tablas y aguijones» para imitar al jícaro, que es un espíritu de árbusto espinoso. Y después hicieron unos fosos, que imitaban los ríos de Xibalabá.

Pero en el cuerpo exterior de ese falso jícaro en que habían convertido nuestro planeta no existía nada femenino, nada que pudiera multiplicar al dios. ¿Cómo podría Tohil multiplicarse como había hecho la cabeza del Hunahpú al unirse a las flores del jícaro? En esos cuerpos de la tierra todo era nebuloso, no había ningún elemento femenino luminoso, no existían espíritus de las flores.

Para multiplicarse como el Fruto del jícaro, Tohil fue a Xibalbá, y trajo a los espíritus femeninos de las tortugas que eran parecidos a la cabeza del Hunahpú. Aquellas que un día ayudaron al Hunahpú cuando el espíritu de los murciélagos le cortó la cabeza.

Los espíritus femeninos de las tortugas contenían la energía luminosa del agua, que era la misma energía intermedia de Ixquic. Y los unió a los espíritus de las lianas y plantas trepadoras. Así consiguió multiplicar a los espíritus de las tortugas para que imitaran a los frutos del jícaro, y se parecieron a la cabeza de Hunahpú. Dieron cuatro espíritus gigantes llamados los Frutos de calabaza.

Pero no era al Hunahpú al que Tohil quería multiplicar, sino a sí mismo. El dios no tenía más sangre o savia que la energía nebulosa de los espíritus de los insectos. Con este veneno imitó la saliva, savia, o espíritus del cereal que Hunahpú dio a Ixquic. Tohil unió los espíritus gigantes de las calabazas a los espíritus de los insectos que quedaron en su interior. Ellos eran su savia, la más tóxica o nebulosa, el veneno de los espíritus de los insectos de Hacavitz que se encontraba en el sacerdote Mahucutah.

A este sacerdote fue al que multiplicó para multiplicarse a sí mismo, y al hacerlo multiplicó los espíritus de los insectos masculinos venenosos que unió a las calabazas. Por eso se le llamó a nuestro abuelo Mahucutah, «el que no fue tallado», el que no fue formado así por los creadores y formadores; porque Tohil cambió su naturaleza por la de los insectos venenosos. Por eso se le llama también «el primer hombre» en el sentido de que él fue el primero de los hombres en el que entró la «sangre venenosa» de los Tohil. A partir de ponerla en él Tohil la puso en todos los hombres.

Así se multiplicó Tohil como insectos masculinos venenosos a través de Mahucutah. El veneno nebuloso era la savia del dios, la muerte, porque una energía tan nebulosa nunca asciende hacia el centro de la creación; e imitaba aunque de forma totalmente opuesta a la savia o saliva luminosa que Hun-Hunahpú dio a Ixquic, sus espíritus del cereal que eran la vida.

Tohil colocó a estos cuatro Frutos de las calabazas en los cuatro puntos cardinales de nuestro planeta, que quedó transformada en un jícaro incorrecto. También se les llama a estos cuatro espíritus de las calabazas los bacabs, o los ángeles de los puntos cardinales.

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En Xibalbá había cuatro caminos. Tres de ellos eran de salida, porque Xibalbá es lugar de muerte pero también punto de giro para salir de allí y volver a la creación. Sólo uno, el cuarto camino, era el que no permitía la salida sino que regresaba a Xibalbá al que lo tomara. Nada más que uno conducía a la muerte.

Tohil con las cuatro grandes calabazas también imitó los cuatro caminos, uno blanco, uno amarillo, uno rojo y uno negro. Pero eran caminos falsos. No puso en su interior nada que no fuera la muerte, nada que no fuera el veneno de los insectos. Todo conducía en su creación a la muerte al cerrar cualquier posibilidad de regresar a la verdadera creación. No dejó abierto ningún camino exterior que pudiera llevar a la creación verdadera, pues todos conducían a quedar atrapados en este planeta que se había convertido en la gran piedra de su cuerpo, en un gran sacrificadero del hombre ante Tohil.

Aún le faltaba a Tohil para concluir con su plan, la creación de un hombre de este planeta y colocar a las tribus en el lugar de las plantas tóxicas y narcóticas unidas a los insectos, que era el lugar inferior de la creación y el que había reservado para el hombre.

El cuarto dios que formaba a Tohil era Nicahtacah un espíritu del Fruto del calabacero de Xibalbá que se había unido a Tohil en Tulán. Era un hombre correcto de Xibalbá, pero se había unido a Tohil en Tulán como el cuarto dios. Contenía la energía nebulosa y luminosa de las flores del Tzité de la cabeza de Hunahpú, y la energía luminosa y nebulosa de los espíritus de las flores del Chipilín y el Carinimac. Tohil se propuso entonces multiplicarlo para hacer a partir de él su propia creación, la del hombre que habitaría nuestro planeta. Los hombres para él sólo representaban el alimento, su suministro de energía luminosa.

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CREACIÓN DE UNA HUMANIDAD NUEVA EN ESTE PLANETA:

Las tribus ya se habían armado y los hombres subieron desde la tierra creada por ellos a su nuevo cuerpo de piedra, árboles e insectos. Querían matar a los sacerdotes e intentar conseguir la energía luminosa robada a los hombres por Tohil para quitar el velo de sus ojos y encontrar el modo de regresar.

En el camino se les hizo de noche y Tohil aprovechó para sumirlos en un sueño. Los sacerdotes y sacrificadores siguiendo el modelo de Ixquic que había multiplicado al espíritu del cereal en el Campo de las montañas, tomaron parte de la energía nebulosa de los hombres mientras permanecían dormidos. Actuaron incorrectamente al hacerlo.

La energía que robaron a los hombres de las tribus fue la más nebulosa de los espíritus de los cereales, la más nebulosa de los espíritus de las espadañas, y la más nebulosa de los espíritus de los animales femeninos del cielo, que eran las madres de los hombres y estaba en los hombres engendrados de las tribus. Esa energía nebulosa humana que tomaron, contenía mezcladas muchas partes de energía luminosa del ser del hombre. Así imitaron a Ixquic cuando multiplicó en el Campo al espíritu del Fruto del cereal de Hunahpú.

Pero Ixquic había añadido algo de sí misma, sus espíritus de las espadañas. Y los sacerdotes lo imitaron añadiendo algo de sí mismos. Unieron esta energía robada a las tribus al Fruto del calabacero que era el ser del dios Nicahtacah, pero que ahora se encontraba en Iqui Balam al haber cambiado sus naturalezas con las de los sacerdotes. Al multiplicarse Iqui Balam, no fue a sí mismo a quien multiplicó, sino al dios Nicahtacah. Así unieron al hombre de Xibalbá, que era la sombra del hombre o Fruto del calabacero de Xibalbá con la energía más nebulosa de las tribus.

Con ello formó una humanidad nueva, la que es propiamente la humanidad de este planeta, porque nosotros pertenecemos al interior de la creación. Pero esa humanidad, al estar formada de forma incorrecta y con gran carga de energía nebulosa del Fruto del calabacero Nicahtacah, no consiguió hablar, ni levantarse, ni actuar como hombres. Eran el equivalente a los hombres de palo. Y como tales no se desarrollaron como hombres sino que pasado el tiempo se transformaron en animales.

Esa humanidad creada por Tohil y los sacerdotes son los animales que hoy habitan en nuestro planeta, que están formados en gran parte de la energía luminosa y nebulosa robada a los hombres de las tribus, por ello los animales son nuestros hermanos. Una creación ilícita hecha por los sacerdotes y sacrificadores por orden de Tohil antes de que apareciéramos nosotros.

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LAS TRIBUS SON DESTRUIDAS, VENCIDAS, Y SOMETIDAS A VASALLAJE:

Los sacerdotes armaron a los hombres de palo que acababan de formar para que les ayudaran a vencer a las tribus. Aún eran hombres de palo. No se habían transformado en animales todavía.

Esperaron a que las tribus se acercaran hasta el pie del falso jícaro, es decir, que llegaran hasta el cuerpo que habían hecho a nuestro planeta los Tohil. Los dejaron acercarse. Sabían que al llegar hasta aquí, los hombres actuarían sin saberlo siguiendo el modelo de Ixquic cuando recibió la saliva o savia del Hunahpú. Pero al hacerlo recibirían en su interior el veneno de los espíritus de los insectos en lugar de la energía luminosa de los espíritus del cereal que ella recibió cuando se puso al pie del jícaro en Xibalbá.

Cuando llegaron, las tribus atacaron. Y los sacerdotes abrieron las cuatro grandes calabazas, y de ellas salieron tantos espíritus de insectos venenosos que formaron como una gran humareda que cayó sobre los hombres. Así mataron a las tribus.

Fueron muchísimos los hombres de las tribus que murieron. A éstos Tohil les robó su energía luminosa. Algunos pudieron escapar. Fueron pocos los que quedaron y les hicieron humillarse ante los sacerdotes y sacrificadores y ante el dios. Así se convirtieron los hombres en vasallos de los sacerdotes y de sus hijos por orden de Tohil. Con ello Tohil siguió el modelo de Hunahpú e Ixbalanqué cuando vencieron a los de Xibalbá y los humillaron rebajando su categoría. Pero incorrectamente. Y las tribus fueron vencidas.

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SUBIDA DE TOHIL AL CIELO EXTERIOR OCCIDENTAL COMO EL SOL ACTUAL:

Tohil entonces subió al cielo Occidental. Tohil y Avilix unidos formaron el Sol que vemos ahora.

Las tribus no consiguieron recuperar la energía luminosa arrebatada a los hombres, y permanecieron en la tierra sin poder encontrar el camino hacia su verdadera patria, sujetos a la muerte, con los ojos velados, y condenados a servir injustamente como vasallos a los sacerdotes y sus descendientes. Los hombres que habitamos ahora la tierra todavía no existían cuando comenzó este régimen feudal y el vasallaje.

Hacavitz quedó unido a esta Tierra que lleva su nombre con la naturaleza del abuelo Mahucutah que habían intercambiado. Y Nicahtacah subió al cielo como la Luna. Su nombre significa desolación, despoblado, y casa desierta. Este nombre le viene porque sólo subió Nicahtacah como Luna llevando la energía luminosa del sacerdote Iqui Balam y los espiritus del agua de los rios de la tierra.

Era la parte de Tohil que equivalía a Ixbalanqué. Pero la energía luminosa de los hombres de palo no subió en su interior. Se quedó aquí en la tierra dentro de los animales que son los que hoy existen. Iban a ser el hombre de esta tierra, pero se volvieron animales y la casa del ser de ese hombre se quedó vacía. Por eso se le llama a la Luna Nicahtacah, el centro de la casa desierta o despoblada.

Sólo faltaba que subiera a Tulán la Venus vespertina, los sacerdotes, que equivocarían a los hombres haciéndose pasar por Icoquih para que regresaran de nuevo al Occidente, al exterior de sí mismos, para que siguieran adorando al Sol Tohil y dándole su energía luminosa. También se le llama colectivamente a los sacerdotes el ángel que guarda con una espada de fuego el camino que conduce al paraíso.

El fuego al que hace referencia es el fuego de la luciérnaga, que es el fuego de Naxit, el más inferior de la creación, es el fuego de los espíritus de los insectos y la mayor ignorancia posible en la creación. Lo más opuesto a la sabiduría. A Naxit lo conocemos bien ya que lo seguimos adorando, Es lo que hoy llamamos «razón pura» o «inteligencia científica», es el fuego de la luciérnaga no la sabiduría, sólo permite conocer lo nebuloso, nunca lo luminoso. No es el ser intermedio femenino Icoquic, el fuego del amanecer, sino el ente nebuloso que lo suplanta.

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SUBIDA DE LOS SACERDOTES A TULÁN COMO XUX EK, EL ASTRO AVISPA O ENTE MENTAL NEBULOSO:

Los abuelos Balam Quiché, Balam Acab, Mahucutah e Iqui Balam hablaron con los que consideraban sus hijos. De entre los muchos hijos que tuvieron, sólo a los últimos era a los que consideraban hijos suyos, pues a los que tuvieron antes de llegar a este planeta los consideraban animales influidos por Tohil.

Balam Quiché había tenido dos hijos aquí en este planeta. Balam Acab otros dos, Mahucutah sólo uno. Iqui Balam se dice que no tuvo hijos, porque sus hijos fueron los hombres de palo que se convirtieron en los animales actuales. Por tanto no tuvo hijos humanos.

Pues bien, los sacerdotes informaron a esos hijos de que había llegado la hora de su muerte. No estaban enfermos ni sentian dolor, sólo había llegado la hora de cobrar su parte del pacto, el señorío de Tulán y Xibalbá como les había prometido Tohil cuando hicieron la alianza. Desde allí dominarían influyendo sobre los naguales de todos los hombres como astro avispa.

Les comunicaron que regresaban a su pueblo, pero se referían a Tulán. Nadie, ni sus hijos ni sus mujeres, sabían la alianza hecha con el dios. Los sacerdotes tenían ya muy poca humanidad cuando se fueron, pero la poca que les quedaba les hacía sufrir por lo que habían hecho. Antes de marcharse les aconsejaron a los hijos que siguieran el camino hasta el Oriente interior, y que si lo hacían así encontrarían de nuevo el lugar de donde vinieron, sus montañas y sus valles del Oriente.

Y entonces ocurrió algo inesperado. Balam Quiché les entregó la señal de su propio ser, el Pizom-Gagal, al que los hombres llamaron el Envoltorio. No pudieron abrirlo, lo adoraban, quemaban incienso ante él, pero no podían abrirlo y su contenido era invisible. No podían abrirlo para conocer el ser de sus padres que era el ser de todos los hombres. El envoltorio estaba velado por energía nebulosa, lo mismo que los ojos de los hombres estaban velados y no podían conocer por eso su propio ser interior.

Esos cuatro abuelos nuestros, a pesar de su temor a Tohil y de que mataban a los hombres para darle su energía luminosa, decidieron no darle a Tohil la señal del ser del hombre, su yo superior. Sólo entregaron al dios la sangre o naturaleza propia del hombre de la tierra, pero no la de Zaqui-Nimá-Tzíís, ni de Ixquic, ni de Ixbalanqué, ni del Hunahpú, ni del espíritu de la Acedera. La que habían conseguido con la iluminación.

Tohil había subido a este cielo como Sol, pero no tenía un yo superior a pesar de que él creía tenerlo, sólo tenía la naturaleza del hombre de la tierra. Era simplemente un hombre. Los sacerdotes habían conseguido burlar al dios. El ser de los hombres que habían matado y el de los propios sacerdotes estaba dentro del Envoltorio para devolverlo al resto de los hombres. Con ello habían imitado correctamente al Hunahpú cuando dejó en las montañas sus principios superiores para que los Señores de Xibalbá no se los pudieran agregar de forma incorrecta.

Pero los hombres no podían acceder a su contenido porque era de una dimensión interior y tenían velados los sentidos interiores por su nagual de los insectos. Por eso era invisible para ellos.

Los sacerdotes dejaron aquí a su hijos y a sus mujeres y se despidieron de ellos. Estaban muy tristes al marcharse. Desaparecieron en la cima del monte Hacavitz como los espíritus de Xibalbá, no fueron enterrados por sus mujeres ni por sus hijos, sólo desaparecieron. Sus naguales se habían reforzado tanto que sólo desaparecieron y no dejaron ni cuerpo que enterrar. Habían seguido el modelo de Humbatz y Hunchoen y por ello se transformaron en espíritus de animales. Fueron a cobrar su parte del pacto y ser Señores de Tulán y Xibalbá. Los hijos y los demás hombres de las tribus no sabían nada, sólo los vieron desaparecer en la cima del monte Hacavitz. No sabían a dónde habían ido, ni porque no encontraban su cuerpo para enterrarlo.

Aquel monte en cuya cima desaparecieron era el mismo en donde los hombres habían visto la estrella Icoquih, el amanecer, donde vieron el Sol cuando recibieron la iluminación, y donde vieron a Tohil convertirse en piedra. Ahora desde el mismo monte vieron al sol Tohil que ascendía al cielo, la tierra siendo la manifestación del ser humano era la que tenía un cuerpo de piedra por obra de Tohil, y los que ascendían a Tulán eran los sacerdotes como el astro avispa que los encadenaría a la muerte y a este planeta.

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LA APARICIÓN DEL HOMBRE ACTUAL DE LA TIERRA:

Los hombres adoraban al Envoltorio, pero sólo sabían de él que era la señal del ser de los sacerdotes y de ellos mismos. No podían abrirlo ni ver su contenido. Pasó mucho tiempo desde que habían desaparecido sus padres en la cima del monte, cuando Qocaib hijo de Balam Quiché, Qoacutec hijo de Balam Acab, y Qoahau hijo de Mahucutah, se unieron a las hijas de los hombres de las tribus. Y entonces engendraron al hombre actual de nuestro planeta que somos nosotros. Sólo pudo aparecer el hombre cuando volvieron a unirse como un sólo ser todos los hombres.

Nuestra naturaleza es la misma para todos los hombres, porque los hombres actuales tenemos todos el mismo ser superior. También la misma naturaleza con la que fuimos creados en las montañas de la verdadera tierra, y la naturaleza de las madres que vinieron del cielo de Ixmucané. Eso nunca cambió.

Y al unirse ambas ramas, se unió la composición de los vestidos, de los cuerpos, que era lo único que diferenciaba a las dos ramas. El cuerpo estaba compuesto de los naguales y del cuerpo físico.

Tenemos los tres naguales de los Tohil en cada cuerpo de los hombres y mujeres de la tierra. Uno de ellos es el de los espíritus de los insectos que inyecta el veneno nebuloso en nuestra naturaleza verdadera y nos vela los ojos igual que a nuestros padres y abuelos. Y además está reforzado desde Tulán con las emanaciones nebulosas de los sacerdotes para que no salgamos de esta tierra.

Y luego tenemos el cuerpo físico que contiene el elemento tierra de Xibalbá y los espíritus luminosos y nebulosos del Tzité, procedentes del cuerpo de los Hunhpú, que heredamos de los hijos de los sacerdotes; y los elementos tierra y agua de este planeta que heredamos del cuerpo de las tribus.

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LOS HOMBRES DE PALO SE TRANSFORMAN EN LOS ANIMALES ACTUALES:

Los planes de Tohil no le salieron bien del todo. Él no obtuvo el ser superior del hombre y por ello no pudo ser un anti-Hunahpú. Sólo un anti-hombre, un Satán que significa «el adversario del hombre», pues sólo le dieron los sacerdotes la naturaleza humana no la del hombre superior. Su creación del hombre de este planeta que eran los hombres de palo no fueron el hombre de la tierra, no fueron la sombra de Tohil como él quería, ni nosotros fuimos a su vez la sombra del hombre de palo.

Los hombres de palo se volvieron animales hermanos nuestros. Al volverse animales imitaron correctamente el modelo de Ixbalanqué que es la sombra del Hunahpú, y pasaron a ser nuestra sombra. Formamos un sólo ser con los animales de este planeta como Hunahpú-Ixbalanqué, y debemos unirnos a su ser luminoso.

Sin embargo Tohil venció al hombre en una cosa. Los ojos de los hombres continuaban velados, y aunque tenían el Envoltorio no podían abrirlo y conocer su ser, ni encontrar el camino de regreso. El dios siguió alimentándose de la energía luminosa del hombre, y los hijos de los sacerdotes también seguían manteniendo el dominio sobre el resto de los hombres e imponiendo la concepción del mundo de Tohil. La verdadera palabra no la recordaban ya, y aunque estaba en el Envoltorio no podían verla.

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LOS HIJOS DE LOS SACERDOTES ENCUENTRAN EL CAMINO AL ORIENTE INTERIOR:

Mucho tiempo después de que los hombres se hubieran vuelto a unir entre sí y de que engendraran al hombre actual, Qocaib, Qoacutec y Qoahau encontraron el camino interior de vuelta al Oriente.

Los pueblos seguían siendo sus vasallos y ellos eran los Señores imitando el modelo de Xibalbá. Se seguía adorando a Tohil y al Envoltorio sin lograr abrirlo. Pero había paz y los hombres se habían unido interiormente aunque exteriormente hablaran la lengua de los animales primeros.

Al unirse interiormente todos consiguieron que su corazón les guiara al interior de sí mismos. Ese es el único camino que Tohil no pudo cerrarnos porque está en nuestra propia naturaleza. Los tres viajaron de regreso al Oriente para seguir la recomendación de sus padres. Deseaban encontrar el camino de regreso para que los hombres pudieran volver a la creación. Cruzaron interiormente el mar de Ixpiyacoc, consiguieron cruzar también Xibalbá, y llegaron a Tulán. Los hombres de la tierra esperaban su regreso para saber si habían encontrado el camino.

Pero ya no pudieron ir más allá. En Tulán estaba Naxit, el Señor de Tulán y de Xibalbá y el rey de nuestra Tierra diseñada como la sombra de Tulán y Xibalbá. Naxit eran los sacerdotes que se habían transformado en el astro avispa, el ente mental nebuloso que debía conducirnos hasta Occidente de nuevo para alimentar a Tohil. Su aspecto era el de águila jaguar, el de un animal nebulosos de Xibalbá. Un elemental de las sombras.

Los hijos no reconocieron a los padres transformados colectivamente en Naxit. Él hizo su trabajo. Los convenció de que Tulán eran los valles y montañas del hombre, la verdadera tierra en la que el hombre fue formado. Y los hijos se unieron a él creyendo que habían vuelto a encontrar la unión con el ser intermedio de Icoquih, su ser intermedio verdadero que quitaría el velo de sus ojos. No siguieron su camino hacia el Oriente más interior, y Naxit les hizo confundir al Ente nebuloso que era con el Ser luminoso intermedio de Icoquih a quien buscaban.

Así fue como el hombre adquirió la razón masculina nebulosa que fue su Ocaso. No le hacía ninguna falta porque había sido creado con sensibilidad, razón e inteligencia humana distintas y verdaderas, que además habían sido ampliadas por la iluminación que les proporcionó otra sensibilidad, razón e inteligencia aun superiores.

Allí los ungió como reyes de la tierra y les dio el dominio sobre los hombres. Les entregó las insignias de la realeza. Todas simbolizaban la razón y la inteligencia del ente nebuloso masculino, el fuego de la luciérnaga. Y así se cumplió la segunda parte de la alianza con Tohil, sus hijos fueron los reyes y dominaron sobre los hombres. Y se cumplió también lo que Tohil necesitaba que era unir al hombre con su Ocaso, para impedirle acceder a sus principios superiores. Naxit los envió de vuelta hacia Occidente diciéndoles que el Sol Tohil era su yo superior masculino, perdiendo de nuevo al hombre.

Qocaib, Qoacutec y Qoahau sólo consiguieron el fuego de la luciérnaga para traerlo a los hombres, cuando tenían en el interior de sí mismos el fuego del ser; el del cielo de Ixmucané completo. Pero ellos no lo sabían. Fueron engañados. Ese fuego, al que llamamos razón e inteligencia, es la ultima sombra del Sol del hombre elemental Huracán, y es inferior al fuego de la madera. Pero engañados como estaban trajeron a los hombres la idea de que el fuego de la razón era lo que nos hacía humanos y superiores al resto de las criaturas, cuando no es más que la mente propia de los espíritus de los insectos venenosos.

Con ello los Naxit imitaron el engaño que Ixquic había hecho a los Señores de Xibalbá al darles la savia del árbol de la sangre en lugar de su corazón luminoso. Tohil, que había sido Cuchumaquic, uno de los Señores de Xibalbá junto con los Buhos, se vengó de este modo de Ixquic a quien odiaba junto con todo lo femenino de la naturaleza considerándola traidora. Y su venganza cayó sobre los hombres porque eran hijos de Ixquic y del Hunahpú al que se había unido, en lugar de unirse a los Señores de Xibalbá.

Tohil odiaba también a todo lo femenino de la naturaleza porque lo luminoso siempre vence a lo nebuloso en la ley de la creación del ser humano, y él sabía, y sabe, que lo luminoso de la naturaleza del hombre y de la naturaleza de esta Tierra será lo que un día le habrá de vencer. Por eso su concepción del mundo desprecia lo femenino hasta hoy.

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Los Naxit, sin embargo, si habían reconocido a Qocaib, Qoacutec y Qoahau como sus propios hijos. Cumplido el pacto con Tohil que consistía en engañarlos, volvieron a ayudar al hombre como pudieron. Para ello les entregaron «las pinturas en las que ponian sus historias». Esto es, el Popol Vuh. Era el cuerpo del Envoltorio. Estas historias están escritas aparentemente en la lengua de los animales primeros que se interpreta con la razón, pero en su interior están escritas en lenguaje humano, y contienen las instrucciones para abrir el Envoltorio con la razón humana y recuperar el ser del hombre.

Y esa era la profecía que debía cumplirse. El dia que esas historias pudieran mostrar lo invisible que guardaba el Envoltorio, conoceríamos el camino para volver a nuestra tierra y saldríamos del dominio de Tohil para regresar a la vida. Para ello teníamos que conocer nuestro verdadero ser y, por así decir, el mapa de nuestro interior. Ahora ya hemos conseguido abrirlo y lo sabemos.

Esta no es la primera vez que se abre el Envoltorio y se conoce nuestro ser y nuestra historia. Muchos hombres desarrollaron la razón humana luminosa, a pesar de la otra razón que nos dieron en Tulán y nos llevó al Ocaso. Sólo es la primera vez que se está difundiendo. Otros antes que nosotros lo abrieron. Pero los del SABER, que son los actuales sacerdotes y sacrificadores de Tohil, y los poderes políticos, que son los actuales Señores y reyes ungidos que ocupan los poderes impuestos en todas las épocas de nuestra historia, mataron a esos hombres y escondieron de nuevo la verdad para seguir manteniéndonos con los ojos velados. Esta vez tratarán de hacer lo mismo.

El día que el hombre regrese a su verdadero hogar ellos dejarán de tener poder y dominio, porque eso sólo puede darse en esta Tierra occidental fuera de la creación. Su soberbia, sus ansias de poder y riqueza y otras pasiones mentales nebulosas, son las que Tohil continúa administrando para mantenerse con vida a nuestra costa. No saben que en realidad Roma no paga traidores, y que ellos se transformarán en elementales de las sombras de Tulán como premio a sus servicios a Tohil, y como premio a dejarse guiar por el veneno de los espíritus de los insectos, en lugar de por la razón de su ser luminoso y humano.

Ese veneno nebuloso que no es más que el ENTE, la razón propia de los espíritus de los insectos, es la supuesta «sangre azul» del dios que los poderosos reivindican poseer con tanto orgullo. Y la que incluso nos niegan que tengamos nosotros para poder considerarnos animales y dominarnos siguiendo la concepción del mundo de Tohil. Pero sólo confunden la verdadera sensibilidad, razón e inteligencia humanas con el fuego de la luciérnaga. Ojalá no la tuviéramos, ya que por desgracia es el velo de los ojos de los hombres de esta Tierra.

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En el próximo post haré un esquema del camino interior del hombre y de los nombres que aparecen en lo que hemos visto para facilitar su lectura. Salvad estos post y difundidlos por todas partes. Saber quienes somos, quitarnos el velo de los ojos y hablar la lengua humana, es el primer paso para vencerlos. Unirnos como un sólo ser y seguir el camino interior hasta nuestra verdadera tierra es el segundo. Ellos lo saben, tratarán de impedirlo porque temen sus consecuencias.

Que todos conozcamos la verdad inutilizará la concepción del mundo jerárquica impuesta por Tohil desde mucho antes que apareciera el hombre de este planeta. Si lo hacemos bien seremos los últimos indignados del planeta porque podremos terminar para siempre con la injusticia. No habrá vendas nunca más sobre los ojos de los hombres y la verdad nos hará libres.

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2 respuesta a «TEORÍA ECONÓMICA PARA LA NUEVA CONCIENCIA -17»

  • lilopersa

    Hola Anónima. Sí, es cierto lo que dices. Por un lado es desolador, pero no hay nada como saber donde esta uno y que problema tiene para comenzar a resolverlo. Piensa que la suerte que vamos a tener es que a partir de saber todo esto podemos hacer un futuro diferente al que nos habían diseñado. Y sí debemos ir ya, pero ya. tenemos que empezar a encontrar cosas que nos unan, porque ahora las elecciones nos estan separando. Lo ideal sería ir todos a una también en las elecciones y salvar los bienes sociales que quieren privatizar, pero eso ahora mismo es dificil, porque la gente anda pensando en lo que le gusta o no le gusta, y no en lo que nos conviene como sociedad. A partir de las elecciones deberíamos ponernos a diseñar una sociedad distinta y luchar por ella. A nivel planetario. Yo ya lo he pasado esto para otros países. El futuro es nuestro, y la naturaleza, incluyendo la vejez y la muerte de los políticos actuales, que es natural, nos ayudarán a que el futuro sea nuestro. Espero que esto, a pesar de ser triste, dé rabia e indigne lo sufiente como para sacar a la gente de su sopor y ponerse las pilas. Un basazo.

  • anonima

    Sigo hasta aquí.
    Te quedaste corta con lo de que el final era algo triste. Es desolador.
    Pero lo explica todo…. todo.
    Si hay un camino de vuelta, pues vamos ya!
    Un beso

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